Desde hace 39 años sigue a Jesús

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Progreso.— Por el año de 1974, Alejandro Rubio Romero estudiaba en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) porque pretendía ser abogado y desde hacía meses acudía a la iglesia de El Jesús, donde conoció al padre jesuita Luis Carlos Flores Mateos, quien por su sencillez y entrega a la iglesia fue determinante para que deje su proyecto de ser litigante e ingrese al seminario.

Siete años después, el 14 de diciembre de 1981, Rubio Romero fue ordenado sacerdote en misa que el entonces arzobispo de Yucatán, Manuel Castro Ruiz, celebró en la Catedral en Mérida.

A sus entonces 27 años de edad, Rubio Romero inició su ministerio sacerdotal.

En la misa le acompañaron sus padres, los ahora extintos Víctor Manuel Rubio García y Camila Romero Serrano, y sus cinco hermanos.

En entrevista, el padre Rubio Romero recuerda que su mamá nació en Guadalajara, Jalisco, pero desde pequeña llegó a Mérida con su abuela, Anastasia Serrano Tabares, quien salió huyendo de ese estado por la persecución religiosa emprendida por Plutarco Elías Calles.

Originario de Mérida, Rubio Romero vivió en la barriada entre Santa Ana y La Mejorada, cerca de la iglesia El Jesús y de la Facultad de Derecho, que estaba en el edificio central de la Uady.

Combinó sus estudios de leyes y sus visitas a la iglesia, donde conoció al padre Flores Mateos. De ahí surgió el llamado para servir a Cristo y, sin pensarlo dos veces, ingresó al seminario. Hoy el presbítero Rubio Romero tiene 67 años de edad; nació el 15 de marzo de 1953.

Cuando en febrero de 2019 asumió el cargo de párroco de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y San Telmo, en Chelem, dijo que pescará fieles, pero ahora afirma que los fieles lo pescaron a él.

Fuente: Diario de Yucatán

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